SE HIZO RICO PORQUE ACEPTÓ UN CONSEJO. En 1896, en Toba, Japón, cuando contaba tan sólo once años de edad, Kokichi Mikimoto se hizo cargo del negocio de tallarines que tenía su padre en el pueblo. Su padre había contraído una enfermedad que le impedía trabajar. El muchacho tenía que mantener a seis hermanos, tres hermanas y sus padres. Aparte de elaborar diariamente los tallarines, el joven Mikimoto tenía que venderlos. Y resultó ser un buen vendedor. Mikimoto había recibido previamente instrucción de un samurai, el cual le había enseñado:
La ejemplificación de la verdadera fe consiste en actos de amabilidad y amor para con los propios semejantes, no en simples plegarias formales pronunciadas rutinariamente.
Y con esta filosofía básica de una AMP y una acción positiva, Mikimoto se convirtió en un hacedor. Adquirió la costumbre de convertir las ideas en realidad.
A la edad de veinte años, se enamoró de la hija de un samurai. El joven sabía que su futuro suegro no aprobaría la boda de su hija con un fabricante de tallarines. Por consiguiente, se sintió impulsado a adaptarse a aquella fuerza. Cambió de ocupación y se convirtió en mercader de perlas.
Al igual que muchas personas que alcanzan el éxito en cualquier lugar del mundo, Mikimoto andaba constantemente buscando conocimientos concretos capaces de serle útiles en su nueva actividad. Al igual que los grandes industriales de nuestra época, buscó ayuda en la universidad. El profesor Yoshikichi Mizukuri le habló a Mikimoto de una teoría de las leyes de la naturaleza que jamás había sido demostrada.
El profesor le dijo: «Una perla se desarrolla en una ostra cuando se introduce en la ostra un objeto extraño como, por ejemplo, un grano de arena. Si el objeto extraño no mata a la ostra, la naturaleza cubre el objeto con la misma secreción que forma el nácar en el revestimiento interior de la concha de la ostra».
¡Mikimoto se entusiasmó! Estaba deseando hallar la respuesta a la pregunta que él mismo se había hecho: «¿Podré obtener perlas, introduciendo deliberadamente un diminuto objeto extraño en la ostra y dejando que la naturaleza siga su curso?».
Tras haber aprendido a ver, convirtió una teoría en una acción positiva.
Mikimoto aprendió a ver gracias al profesor universitario. Y posteriormente utilizó la fuerza de su imaginación.
Se entregó a una reflexión creativa. Utilizó el razonamiento deductivo. Llegó a la conclusión de que, si las perlas se formaban tan sólo cuando un objeto extraño entraba en una ostra, él podría crear perlas ateniéndose a las leyes naturales. Podría introducir objetos extraños en las ostras y obligarlas a producir perlas. Aprendió a observar y actuar y se convirtió en un hombre de éxito.
Un estudio de la vida de Mikimoto revela que éste utilizó los 17 principios del éxito. Porque los conocimientos no bastan para alcanzar el éxito. Ello se consigue mediante la aplicación de los conocimientos.
¡Acción!
Muchas de las ideas que se nos ocurren cuando aprendemos a ver con ojos nuevos se les antojan atrevidas a los demás. Estas ideas, o bien nos pueden asustar o, en caso de que las pongamos en práctica, pueden permitirnos ganar fortunas. He aquí otra historia verdadera relacionada con las perlas. Esta vez, el héroe fue un joven norteamericano llamado Joseph Goldstone, quien vendía joyas de puerta en puerta a los granjeros de lowa.
Un día, en pleno auge de la Depresión, se enteró de que los japoneses estaban produciendo hermosas perlas cultivadas. ¡Aquello era de calidad y se podía vender a un precio muy inferior al de las perlas naturales!
Joe «vio» una gran oportunidad. A pesar de hallarse en medio de la Depresión económica, él y su esposa Esther vendieron cuanto tenían y se trasladaron a Tokio. Llegaron al Japón con menos de 1.000 dólares... pero tenían sus planes y grandes cantidades de AMP. Consiguieron una entrevista con el señor K. Kitamura, presidente de la Asociación de Comerciantes de Perlas del Japón. Joe apuntaba alto. Le expuso al señor Kitamura su plan para la comercialización de las perlas cultivadas japonesas en los Estados Unidos y le pidió un crédito inicial de 100.000 dólares en perlas. Era una suma fabulosa, sobre todo en aquel período de la Depresión. No obstante, al cabo de varios días, el señor Kitamura se mostró de acuerdo.
Las perlas se vendieron muy bien. Los Goldstone llevaban camino de hacerse ricos. Algunos años más tarde, decidieron crear su propio cultivo de perlas, cosa que hicieron con la ayuda del señor Kitamura Una vez más, «vieron» una oportunidad donde otros no habían visto nada. La experiencia demostraba que el índice de mortandad de las ostras en las que se introducía artificialmente un objeto extraño era superior a un 50 por ciento.
«¿Cómo podemos eliminar esta pérdida tan grande?», se preguntaron.
Tras realizar numerosos estudios, los Goldstone empezaron a aplicar a las ostras los métodos empleados en las habitaciones de los hospitales. El exterior de las conchas se rascaba y se frotaba para reducir el peligro de infección de la ostra. El «cirujano» utilizaba un líquido anestésico que relajaba a la ostra. Después introducía en cada ostra una diminuta bolita que sería el núcleo de la perla que se iba a formar. La incisión se practicaba con un escalpelo esterilizado. Después la ostra se colocaba en una jaula y la jaula se sumergía de nuevo en el agua. Cada cuatro meses, se izaban las jaulas y se sometía a las ostras a un control. Gracias a estas técnicas, las ostras sobrevivieron en un 90 por ciento, produjeron perlas y los Goldstone llegaron a amasar una fabulosa fortuna.
Vemos una y otra vez de qué manera los hombres y las mujeres han alcanzado el éxito, tras aprender a aplicar la percepción mental. La capacidad de ver es algo más que el proceso físico de captar los rayos de luz a través de la retina del ojo. Es la capacidad de interpretar lo que se ve y de aplicar la interpretación a la propia vida y a las vidas de los demás.
El hecho de aprender a ver le permitirá descubrir oportunidades en cuya existencia jamás hubiera soñado. No obstante, para alcanzar el éxito a través de una AMP, se necesita algo más que el aprendizaje de la percepción mental. Tiene usted que aprender también a poner en práctica lo que aprenda. La acción es im- portante porque con la acción se consigue sacar adelante las cosas.
Napoleon Hill
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