Mira y Comprende

MIRARON Y COMPRENDIERON LO QUE VEÍAN. Por consiguiente, en el transcurso del proceso de aprender a ver, deberá usted desarrollar tanto su visión de cerca como su visión de lejos. Las ventajas del hombre que sabe ver lo que tiene delante son enormes. Durante años, la población de la pequeña localidad de Darby, en Montana, había contemplado lo que llamaban la Montaña de Cristal. La montaña había recibido este nombre porque la erosión había dejado al descubierto un saliente de cristal ligeramente brillante que parecía sal gema. Ya en 1937 se había construido un camino de mulos justo sobre aquel saliente. Pero hasta 1951 - catorce años más tarde- no hubo nadie que se tomara la molestia de agacharse, tomar un fragmento de aquella centelleante materia y examinarlo detenidamente.
Aquel año de 1951, dos hombres de Darby, el señor A. E. Cumley y el señor L. I. Thompson, vieron una exposición de minerales en la ciudad. Thompson y Cumley denunciaron la existencia de la mina en la Montaña de Cristal. Thompson envió una muestra del mineral a la Oficina de Minas de Spokane, junto con la petición de que se enviara a un técnico para que examinara un «depósito muy grande» de mineral. Más adelante, aquel mismo año, la Oficina de Minas envió una apisonadora a la montaña y excavó lo suficiente como para poder asegurar que allí había efectivamente uno de los mayores depósitos del mundo del tan valioso berilo. Hoy en día grandes excavadoras ascienden trabajosamente a la montaña y vuelven a bajar cargadas con el metal muy pesado mientras al pie de la montaña, esperando prácticamente con billetes de dólares en las manos, se encuentran representantes de la Steel Company de los Estados Unidos y del Gobierno de los Estados Unidos, todos ellos deseosos de adquirir el preciado mineral. Todo porque un día dos jóvenes no sólo vieron con sus ojos sino que, además, se tomaron la molestia de ver con sus mentes. Hoy en día, aquellos hombres llevan camino de convertirse en multimillonarios.
Una persona mentalmente présbita no hubiera podido hacer lo que Thompson y Cumley hicieron... si su visión mental hubiera estado deformada. Porque es el hombre que sólo puede ver los valores lejanos sin percatarse de las ventajas que tiene delante. ¿Se encuentra la fortuna en el umbral de su casa? Mire a su alrededor. Cuando se dedica a sus tareas cotidianas, ¿tropieza con algunas pequeñas áreas de irritación? Tal vez pueda ocurrírsele algún medio de superarlas... un medio que sea útil no sólo para usted sino también para los demás. Muchos hombres han ganado fortunas dedicándose a satisfacer sencillas necesidades. Es lo que le sucedió al hombre que inventó la horquilla de presión para fijar el cabello y al que ideó el sujetapapeles, así como al creador de la cremallera corriente. Mire a su alrededor. Aprenda a ver. Tal vez encuentre hectáreas de diamantes en su propio patio de atrás.
No obstante, la miopía mental puede constituir un problema tan grande como la presbicia mental. El hombre que tiene este problema sólo ve lo que tiene ante sus narices, sin prestar atención a las posibilidades lejanas.
Es el hombre que no comprende la fuerza de un plan. No comprende el valor de la reflexión. Está tan ocupado con las dificultades inmediatas que no permite que su mente busque en la lejanía nuevas oportunidades y tendencias y se forje una imagen de conjunto.
El hecho de poder ver el futuro es uno de los más espectaculares logros d cerebro humano. Allá enel pleno cinturón de agrios de Florida hay una pequeña ciudad llamada Winter Haven. La campiña circundan- te está dedicada a tierras de labranza. Casi todo el mundo la consideraría una zona inadecuada para la atracción turística. No tiene playa ni montañas, tan sólo muchos kilómetros de suaves laderas con peque- ños lagos y pantanos de cipreses en los valles.
Sin embargo, a aquella zona acudió un hombre que «vio» aquellos pantanos de cipreses con una visión que otros no habían utilizado. Se llamaba Richard Pope. Dick Pope adquirió una de aquellas viejas lagunas de cipreses, la cercó con una valla y ha rechazado ofertas de por lo menos un millón de dólares por los mundialmente famosos Jardines de los Cipreses.
Como es natural, no fue tan sencillo como puede parecer. A lo largo de todo el camino, Dick Pope tuvo que «ver» oportunidades en su situación.
Hubo, por ejemplo, la cuestión de la publicidad. Pope sabía que sólo podría atraer a la gente hasta aquel aislado lugar mediante una gran campaña de publicidad. Pero los anuncios cuestan dinero. Por con- siguiente, lo que hizo Dick Pope fue muy sencillo. Se dedicó al negocio de la fotografía popular. Instaló un comercio de suministros fotográficos en los Jardines de los Cipreses, vendió rollos de películas a los visitantes y luego les enseñó cómo obtener espectaculares fotografías de los Jardines. Contrató después los servicios de experimentados esquiadores acuáticos. Les hacía realizar complejas actuaciones mientras por los altavoces indicaba al público de qué manera tenía que ajustar sus cámaras para captar el espectáculo. Y después, cuando aquellos visitantes regresaban a sus casas, las mejores fotografías de sus viajes eran siempre las correspondientes a los Jardines de los Cipreses. Ello le proporcionó a Dick Pope la mejor publicidad que puede haber: ¡la de las recomendaciones de palabra con la ayuda de fotografías!
Ésta es la clase de visión creativa que todos debernos desarrollar. Necesitamos aprender a contemplar nuestro mundo con ojos nuevos... viendo las oportunidades que se encuentran a nuestro alrededor, mi- rando simultáneamente hacia el futuro en busca de las posibilidades que pueda encerrar. La visión es una facultad que se aprende. Pero, al igual que todas las facultades, hay que ejercitarla.
Napoleon Hill
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